La gran diferencia entre los alimentos orgánicos y los convencionales, es que se encuentran totalmente libres de residuos químicos, libres de aditivos sintéticos, sin alteraciones genéticas, y los mismos no pueden ser irradiados como método de conservación. No contienen hormonas ni antibióticos, no poseen residuos de metales pesados.
Los animales son criados en forma natural, no sufren estrés, se desplazan libremente por el campo (se evita el cautiverio, el maltrato y la sobrepoblación). En todos los casos de cría animal se realiza una trazabilidad de la misma, lo que torna imposible el desarrollo de enfermedades tales como “el mal de la vaca loca” (encefalopatía espongiforme bovina), la intoxicación con “Escherichia coli” (hamburguesas industriales), la fiebre aftosa, ni la samonelosis.
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